Porque esas partículas son tan pequeñas que pueden permanecer suspendidas en el aire desde minutos a horas, algo que dependerá de factores como las corrientes de aire, la temperatura o la humedad, entre otros. Incluso cuando la persona infectada hace rato que se ha marchado ya de ese lugar, sus gotas cargadas de virus pueden seguir estando en el aire.
Además, su pequeño tamaño les permite penetrar más profundamente en el sistema pulmonar de la persona sana, por lo que el riesgo de infección es mucho mayor.